viernes, 30 de noviembre de 2007

Laberinto.


Desde aquí se puede ver. Allá, frente a usted está su laberinto, en el cual no hay ningún coronel, mucho menos un cabo, es enteramente suyo, sólo está usted en su aparente soledad, pues es su corazón su más grata compañía. Vamos, no tenga miedo, este laberinto no es lo que parece. No es un tormento, mucho menos un accidentado valle, sólo es usted entretejiendo su vida.

Al centro de su laberinto, sí lo ve bien, notará que ahí se encuentra ella, cepillando su cabello frente al espejo, ¡claro que lo puede suponer! Quizá ella se está preparando para salir con usted. ¡Si! Puede suponer que ella está lista para seguir enamorándose de usted en una tranquila noche de café.

Puede abrazarla, pero se le recomienda no interrumpir el perfecto cuadro, no, no interrumpa, mire usted en silencio. Ella sabe que usted le mira, ella lo sabe, y le puedo asegurar que lo disfruta, disfruta de su silente mirada, ella disfruta de su visual compañía.

Avance por el camino que le quedará al frente, sí mira con cuidado en la parte izquierda de su laberinto encontrará usted una hermosa y tranquila zona de bancas, escoja la que mejor le parezca, espere ahí sentado a su hermano Eduardo, él le saludará, poco después sabrá usted que su madre está bien, está sola, pero bien. Siempre ha sido así en su laberinto, su madre siempre ha estado sola, tan sola como usted ahora, pero ¿su madre tendrá a su corazón de compañía?

No piense más, corra hacia el tercer camino de la derecha. Ahí encontrará usted a su madre. Dele un fuerte abrazo y un beso en la frente, se le recomienda decirle que la ama y acompañar el acto con unas cuantas lágrimas, poco después a su derecha estará la muerte, al centro estará su corazón y la izquierda estará su ángel.

Su ángel pedirá que usted lo siga, posteriormente, después de dudarlo un poco, usted lo seguirá. Su ángel lo dejará, después de haber caminado varios kilómetros, en un pasillo oscuro ubicado a unos 500 metros de la salida de su laberinto, estará cansado, se le recomienda por ende descansar. Usted tomará nota de la recomendación y se sentará en el suelo y ahí esperará, sin saberlo, a Grohmann que llegará a abrazarle por su espalda.

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