viernes, 30 de noviembre de 2007

Laura 73.


Encendía un cigarrillo mientras esperaba en aquella poblada y a la vez solitaria sala de espera. El vuelo se había atrasado, pero Esteban se encontraba fuera de sí.

Fue apenas 8 días atrás cuando había compartido la cama con Laura, él no recuerda haber hecho el amor tan intensamente como aquella vez, sentía como si fuese esa la última ocasión que hiciera el amor con ella, la besó con el preparativo de sus caricias sobre sus labios de Laura. Desde aquel momento fue donde se sintió enteramente hombre (o quizá enteramente “hombre femenino” pues ese nivel de relajación y realización sólo se encuentra en la misteriosa compañera de mundo).

Había sido el martes ,unos 5 días después del encuentro con Esteban, cuando Laura se levantó a prepararse para salir a trabajar. Vigoroso (su gato) le veía y seguía con atención como queriendo avisar a Laura del eminente peligro. Eso a Laura no le importaba, tenía que salir a la oficina, de ahí saldría a recoger los documentos falsos que le permitirían salir del país 3 días después. “Mierda”, gritó ella al notar que había perdido las llaves de la casa para cerrarla cuando saliera, no tardó mucho en encontrarlas, estaban sobre la mesa de café en la sala, salió, cerró la casa, todo marchaba bien, Se oyó un motor, era un camión militar, bajaron unos soldados; “Es ella” gritó un teniente cuando 3 soldados salieron a su encuentro, le dispararon a quemarropa.

En la sala de espera del aeropuerto se anunciaba a los pasajeros que tomaran su lugar para abordar el avión. Esteban no esperaría más a Laura, era el momento de abandonar Santiago de Chile antes de que él fuera otra victima más de Pinochet, caída en el olvido; en el olvido en que quedó condenada Laura ese diciembre de 1973.

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