viernes, 30 de noviembre de 2007

Una joven dama.


Me encontraba frente a mi máquina de escribir, Felicia (mi gata) se encontraba al lado mío. La máquina empezaba a trabajar -Samantha estaba desesperada, no sabía como explicarle a Salvador lo que había sucedido- Felicia me veía con una mirada crítica, no sé, me sentía como si tuviese al lado a Derrida o Todorov a punto de soltar un juicio sobre mi escrito, “Qué esperas, aún estoy pensando esta historia” le dije a mi gata sarcásticamente, -Se notaba claramente nerviosa en su mirada, eran las 4:15, Salvador llegaría en menos de 15 minutos-, “ya empezamos a inspirarnos Felicia”, en ese momento me miraba con atención mientras yo sentía el éxtasis de escritor, mi máquina había cobrado vida. –Desde siempre Samantha pensó que odiaba a la Señorita G., de hecho siempre creyó que era una tonta engreída-. Felicia observaba lo que llevaba escrito, creí que leía mi pensamiento, su mirada me sugería ideas para escribir, -Fue aquella vez en el cine cuando Samantha imaginó que estaba con Salvador cuando de pronto se encontró besando a la Señorita G. en aquel lugar- . “Muy bien muchacho” me decía Felicia mientras se tallaba en mí. –Samantha no pudo resistirse a ese éxtasis lésbico, sabía que había gozado. En ese preciso instante se rompía el recuerdo, Salvador entraba por la puerta principal de la casa-. “¿Y ahora que me propones?” le pregunte seriamente a mi gata. –Samantha le comento aquello a Salvador. “Eres una cualquiera” contestó iracundo Salvador, abrió el cajón de su escritorio, tomo su revolver y...- . En ese momento una bala perdida destrozaba mi máquina de escribir. Felicia se notaba tranquila y afuera en la calle un auto oficial recogía el cuerpo de una joven dama asesinada.

No hay comentarios: